En la Argentina la presión tributaria es excesiva y es también la más alta de Latinoamérica. Impuestos en cascada, creados en emergencia y que luego “se quedan para siempre”, alícuotas elevadas, doble imposición, sectores muy beneficiados y otros “ahogados”, retenciones excesivas en la fuente, regímenes de recaudación en exceso, prohibición de aplicación del ajuste integral por inflación, desactualización de topes, mínimos, y podríamos seguir con la lista, desafortunadamente.
¿Pero qué sucede cuando la presión tributaria trata de sostener un déficit fiscal alto? La respuesta parece sencilla: No se pueden eliminar los impuestos…
Lo que también está demostrado es que cuando la política fiscal es cruel, el sector privado queda asfixiado, de forma tal que habría que encontrar consenso serio, real y de una vez por todas, entre los diferentes actores políticos, sociales y económicos para llegar a un equilibrio que permita recaudar sin ahogar a quien desea reinvertir y generar trabajo.